Es domingo y parece que va a ser un día esplendido, prometedor, y no nos equivocamos. Después de un alba de cine, nos ponemos en marcha.
Nos calzamos los esquís para subir la Tossa Pelada y acompañados de Chico. A lo largo del camino, vamos observando, que realmente no hay tanta nieve como parecía, mogollón de piedras debajo del reciente manto nival. Algo que nos preocupa para la bajada, sufriremos por las suelas de nuestros esquís.
Llegamos al Prat del Duc, descansamos. Podemos observar una gran cantidad de gente que van ocupando una y cada una de las cimas redondeadas que nos acompañan. En la Tossa Pelada la que más. Cuatro esquiadores comienzan a descender de la cima, y lo que suponíamos, nieve nueva, los esquís se comen todo habido y por haber que hay debajo de la nieve. Es una vertiente expuesta al viento, rara es la vez que no sople en estas cimas, con el resultado que, si no son grandes nevadas, no llegan a cubrir del todo las piedras, complicando el descenso. Con dificultad, los cuatro esquiadores logran llegar hasta donde estamos, nos saludamos y adiós.
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